2001. Artículo publicado en América Latina en Movimiento - ALAI
«Siempre los tiranos se han ligado y los libres jamás. ¡desgraciada condición humana!» Simón Bolívar, 10 de noviembre de 1824
James Wolfensohn, presidente del Banco Mundial repitió una vez más el mensaje, «la culpa de la crisis la tienen los gobiernos» de los países pobres. Con esta afirmación, expresada en el marco de la reciente Asamblea Anual del FMI y del Banco Mundial, se ratificó una vez más aquella apreciación unilateral que endilga los problemas a los países subdesarrollados. Esta declaración se inserta en aquella posición defendida a ultranza por los países del Norte, que niegan cualquier corresponsabilidad en su calidad de acreedores.
Es cierto que en el problema del endeudamiento externo hay una gran responsabilidad de los gobiernos y, en especial, de las elites de los países endeudados. Los gobiernos de dichos países, muchos de ellos dictatoriales en la década de los setenta, recurrieron irresponsablemente al endeudamiento externo en lugar de introducir las reformas estructurales que habrían sido indispensables, al tiempo que transferían masivamente recursos a favor de los grupos dominantes. Por eso, a primera vista, condonar la deuda representaría un error, pues podría beneficiar a los ricos, pero no hacerlo sería mantener el peso sobre los pobres? hay una relación inversamente proporcional entre servicio de la deuda e inversiones sociales.
El punto de partida de estas diez reflexiones, como acertadamente considera Javier Iguiñiz, pasa por reconocer que «los conquistadores y las oligarquías, los gobiernos y las élites en general no han sido ajenas al problema, y los acreedores de los últimos años conforman uno de los elementos de la punta más reciente de un proceso de siglos». Así, reconociendo las dificultades para individualizar las variables responsabilidades, pues éstas son sistémicas, tengamos presente que el análisis de la situación no puede realizarse al margen de la acción de los agentes que han participado en ella, como recomienda Amartya Sen, Premio Nobel de Economía de 1998. Análisis que nos conduce a dilucidar el problema desde una perspectiva global y no desde una simple sumatoria de situaciones individuales.
1. Para entender la lógica de la deuda externa, en consecuencia, hay que enmarcarla en un contexto sistémico. La deuda en sí es otra manifestación de las evoluciones del propio sistema capitalista. Y, como tal, las crisis de deuda se suceden cíclicamente, con una serie de elementos nuevos y otros que ya se repitieron en épocas anteriores: a mediados de la década de los 20, a principios de los años 70 o en los años 90 durante el siglo XIX; o durante la famosa depresión de los años 30 o en los años 80 y 90 ya en el siglo XX. Epocas en las cuales la deuda no simplemente fue un problema financiero, sino que desempeñó un papel importante como palanca para imponer la voluntad de los países acreedores sobre los deudores. Imposición que revistió diversos caracteres, inclusive violentos.
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